Revista Nro. 35

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La Resistencia

 

La emoción: señal del viaje

 

Los sabios Mayas

 

Juan Gaviota


La Resistencia

  «Hay días en los que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Este es uno de esos días.

  Y, entonces, me he puesto a escribir casi en la madrugada, con urgencia, como quien saliera a la calle a pedir ayuda ante la amenaza de un incendio, o como un marco que, a punto de desaparecer; hiciera una última y ferviente seña a un puerto que sabe cercano pero ensordecido por el ruido de la ciudad y por la cantidad de letreros que enturbian la mirada.

   Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que -únicamente- los valores del espíritu nos puede salvar de este terremoto que amenza la condición humana.»

  «...Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica. La televisión nos paraliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mágico y maléfico es obra creo, del exceso de la luz que con su intensidad nos toma. No puedo menos que recordar ese mismo efecto que produce en los insectos, y aún en los grandes animales. Y entonces, no sólo nos cuesta abandonarla, sino que también perdemos la capacidad de ver lo cotidiano. Una calle con enormes árboles, unos ojos candorosos en la cara de una mujer vieja, las nubes de un atardecer. La floración del aromo en pleno invierno no llama la atención a quienes no llegan ni a gozar de los jacarandáes de Buenos Aires. Muchas veces me ha sorprendido cómo vemos mejor los paisajes en las películas que en la realidad.

   Es apremiante reconocer los espacios de encuentro que nos quiten de ser una multitud masificada mirando aisladamente la televisión. Lo paradójico es que a través de esa pantalla parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en verdad nos arranca la posibilidad de convivir humanamente, y lo que es tan grave como esto, nos predispone a la abulia. Irónicamente he dicho en muchas entrevistas que la «televisión es el opio del pueblo», modificando la famosa frase de Marx. Pero lo creo, uno va quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque no encuentre nada de lo que busca lo mismo se queda ahi, incapaz de levantarse y hacer algo bueno. Nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía, leer un libro, arreglar algo de la casa mientras se escucha música o se matea. O ir a bar con algún amigo, o conversar con los suyos. Es un tedio, un aburrimiento al que nos acostumbramos como «a falta de algo mejor». Al estar monotonamente sentado frente a la televisión, anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma....». 

          Texto extraído del libro La Resistencia,

Ernesto Sabato.

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La emoción: señal del viaje

El hombre no toma habitualmente conciencia de su impulso a repetir, es como una acción casi mecánica que surge ante un estimulo determinado, asociado por lo general, con situaciones ya experimentadas.

 

Solamente una observación muy atenta y consciente de esos mecanismos  puede llevarnos a comprender  que nos encontramos ante un esquema de funcionamiento en el cual la mente actúa  a ciegas moviendo nuestra voluntad de forma automática, y si bien ello algunas veces puede ser de utilidad, en general se convierte en una traba.

 

En la mente surge un pensamiento, puede ocurrir que a ese pensamiento siga otro que no tenga con él ninguna conexión, se va formando así  una sucesión de pensamientos de la cual no somos plenamente concientes y lo aceptamos como el único estado de conciencia posible, es decir, sabemos que  vivimos inundados  por una sucesión de pensamientos sin sentido y lo aceptamos como algo natural, como si su observación no fuese importante.

 

Hasta aquí nuestra mente se parece a  un grabador que reproduce cassettes en cualquier orden, pero de pronto un pensamiento se repite,  fijamos nuestra  atención en él y comienza a crecer, inundando la mente,  no podemos dejar de pensarlo, nos desborda.

 

A medida que ese pensamiento gana espacio, nos volvemos  pequeños frente a él y comienzan a despertar una serie de  sensaciones. Si no estamos atentos, a partir de ese momento ese pensamiento nos gobierna, se transforma en nuestro amo quedando totalmente a merced de él.

 

Así, genéricamente hablando, un pensamiento cualquiera que es producto de la mente, de pronto se convierte en algo que tiene un poder dominante sobre la vida del hombre.  Este pensamiento moviliza emociones que pueden ser desagradables o, por el contrario,  de una exagerada euforia, tan pronto podemos angustiarnos como saltar de alegría, lo cierto es que en ambos casos ya no se puede discernir con claridad, nos encontramos envueltos en un océano de emociones  que nos sacuden, nos desbordan, nos ahogan.

 

Si no logramos reconocer con una cierta conciencia estas fuerzas ciegas generadas por nosotros mismos, tienen el poder de ir anulando nuestras posibilidades de reacción.  Durante un lapso de tiempo de duración variable, nos convertimos en el juguete de ese torbellino de emociones.  Todo se distorsiona, el mundo que nos rodea se vuelve amenazante o excitante, no podemos verlo como es en realidad, en un momento lo creemos lleno de peligros y en otro momento,  un lugar paradisíaco.  Se siente miedo, odio, o a veces inmensa dicha. En ocasiones, nos defendemos de un peligro imaginario y atacamos, sin reparar en lo que destruimos, o quizás a la inversa, encaramos eufóricamente proyectos en apariencia muy nobles para nuestra vida sin reparar en las verdaderas posibilidades de realización.

 

De pronto todo pasa.  Así como comenzó, termina, se transforma en algo diferente.  No tomamos conciencia de ese proceso. Visto de este modo, nuestra vida parece estar conducida  por una serie de impulsos ciegos, por un desborde de emociones, que tal como vimos, fueron generadas por un pensamiento cualquiera.

 

A este caos la psicología occidental lo llama estado normal de conciencia. Hoy me pregunto ¿Cómo puede ser que el hombre acepte que su vida sea manejada durante un lapso variable de tiempo por un solo pensamiento que creció desmesuradamente y tomó el comando de todo? Simplemente lo aceptamos, no lo cuestionamos.

 

   Quizás dentro de nuestros estrechos límites, no somos capaces de utilizar elementos que están al alcance de la mano de todos para salir de ese torbellino y vivir serenamente. Es común escuchar que podemos ser dueños de nuestra vida, ¿pero nos lo proponemos realmente?. Estamos más cómodos siendo esclavos de nuestros impulsos, que no son ni buenos ni malos, no deberíamos juzgar nuestros sentimientos. Actuamos en base a lo que conocemos porque ello nos da mayor seguridad, es lo que hicimos a lo largo de toda nuestra vida automáticamente, sin tomar verdadera conciencia.

 

Podríamos seguir así hasta  nuestra muerte, como un títere que maneja sus propios hilos sin tener conciencia. Podríamos  quejarnos  y sufrir permanentemente culpando de nuestros sufrimientos a otros, sin darnos cuenta que estamos pasando siempre los mismos cassettes en nuestro grabador.

 

No podemos ver, no podemos escuchar. Somos como víctimas de nuestros propios impulsos.  Corremos el riego de continuar destruyendo y destruyéndonos en todos los órdenes de nuestra vida, tanto individual como colectiva. Imaginemos lo que sucede  cuando de esta forma tratamos de crear  sistemas políticos y económicos para vivir mejor. Así se gobiernan países, se  hacen revoluciones contra sistemas despóticos creados por nosotros  mismos, todo puede pasar cuando actuamos como  juguetes de nuestras emociones.

 

Seguramente encontraremos los argumentos que justifiquen nuestra acción, nos aferraremos a lo racional como quien se aferra a un junco mientras cae arrastrado por una catarata.

 

Por ello es tan importante fijar la atención en nosotros mismos, observar y descubrir nuestros verdaderos deseos y encaminar nuestra voluntad para cumplirlos, es la gran responsabilidad de nuestra vida, en ello nos jugamos realmente nuestra encarnación, porque al formar parte del todo nos convertimos en pieza de un rompecabezas con una misión determinada y puntual, un engranaje irremplazable. Al descubrirla algo se ajusta en nuestro interior y entonces es fácil dejarse fluir porque es el pasajero el que le estará  indicando al cochero hacia donde quiere ir.

 

Obsérvese que no se critican aquí las emociones, por el contrario, son las guías que utiliza nuestro ser a modo de semáforo, para indicarnos hacia adonde ir, pero entender su significado es una tarea difícil, es fácil interpretar equivocadamente su mensaje, no por querer auto engañarnos, sino por aquella forma automática que tenemos de actuar.

 

Si logramos despejar de nuestros actos toda acción mecánica, podremos descubrir en todo su esplendor el valor real de las señales que están encerradas en las emociones.

                                                                                           Luis A. Ramos

                                                                                                                    estudiolramos@hotmail.com

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Los sabios Mayas

Los Sabios Mayas de Palenque supieron algo al estudiar el cosmos y sus calendarios sagrados. Ellos tenían un mensaje que transmitirnos a las generaciones de este tiempo. Estos mensajes en forma de profecías están recogidas en el Popol Vuh, los libros de Chilam Balam, los Anales de los Cakchiquels, en códices que los occidentales no conocéis, y en una forma más completa y oculta en el Tzolkín y en la Larga Cuenta.

-¿Pero qué dicen esos códices y esas profecías? -preguntó impaciente La periodista.

-Uno de estos códices secretos dice que en 1475 el consejo supremo de los mayas reunido en Wenk’al, reveló que comenzaba un ciclo de 520 años, que concluiría en la primavera de 1995, y que coincidiría con el fin del periodo de oscuridad que los españoles traerían a estas tierras años más tarde, algo que también supieron que iba a suceder. Por eso comenzaron a ocultar sus textos sagrados. Recuerden que Colón llegaría a América el 1492, y Cortés a México el año 1519. Estos sabios mayas profetizaron que a partir de 1995 comenzará la era de Itza, la edad del conocimiento. Entonces la cultura maya renacería de nuevo, volverían algunos de ellos, y la humanidad comenzaría a despertar su cuerpo de luz dormido, al recibir la energía de Hunab Ku. Entre el año 1995 y el 2012 la humanidad recibirá la luz del conocimiento desde el corazón de la galaxia, y transcenderá sus sombras llegando a ser cuerpos luminosos. Dicen que cuando 144.000 seres humanos, el número de días correspondiente a un baktún, despierten sus cuerpos de luz, la Tierra entrará en otra dimensión. Y todos los centros mayas tienen que cumplir su papel sagrado en estos momentos, Chitzén Itza, Uxmal, K’aba, Etznah, Palenkua. Aquí es posible recibir la luz del conocimiento y llegar a ser seres luminosos. El cuerpo dormido de la humanidad debe despertar. Ésta es la razón por la que a partir de la primavera del año pasado, han comenzado a volver mayas del tiempo del esplendor de su pueblo, a entregarnos las claves que harán efectivo ese despertar. entregándonos su antiguo conocimiento secreto. Estos conocimientos sagrados nos prepararán para la edad de Itza, una edad de conocimiento, que como les digo comenzará a finales del año 2012. concretamente el 21 de diciembre.

-¿Y usted piensa que está sucediendo?-pregunté.

-Habéis comenzado a llegar occidentales interesados en los conocimientos secretos de los mayas, han comenzado a aparecer viejos códices sagrados mayas, y sobre todo, aunque esto lo sepa muy poca gente, han vuelto los viejos mayas. -¿Los viejos mayas?-pregunté.

Los mayas considerados por ustedes los blancos del periodo clásico. Los mayas que construyeron estos monumentos al conocimiento que todavía les asombran, se fueron para volver, y están ya aquí.

¿En qué se diferencian de nosotros o de los mayas que hoy sobreviven acá en México?-pregunté.

-Ellos tenían una conexión con el centro de la galaxia-respondió el hombre-. Su visión del mundo no era planetaria, por eso sus ciclos del tiempo no tenían una escala humana.

En ese momento el hombre se alejó. No supimos a dónde se dirigió, simplemente desapareció en la noche.

-El chamán maya también me dijo que en estos años iremos descifrando y aprendiendo a usar sus calendarios sagrados y su lenguaje, sus glifos, y que de este modo el conocimiento maya resucitará  recordó La periodista, Contentando cubrir el silencio que había dejado al hombre con su ausencia.

-Por mi cuenta he descubierto-continuó La periodista-que hay occidentales que han estudiado la Larga Cuenta y han descubierto que el gran número maya: 1.366.560, corresponde a 5.254 voces el ciclo de 260 días. Si los mayas dan como fecha de comienzo del Gran Ciclo de 13 baktunes en que nos encontramos, la fecha del 13 de agosto del año 3113 antes de nuestra era, considerada como el nacimiento de Venus, resulta que este Gran Ciclo finalizará, efectivamente, el 21 de diciembre del año 2012, tal y como dice este hombre. Los mayas piensan que el mundo tal y como lo conocemos hoy finalizará después de estos trece últimos baktunes. El 13 es el número sagrado maya, es el número del movimiento y el más elevado. El chamán maya me explicó que los mayas, los aztecas y otros pueblos pensaban que la humanidad ya había vivido cuatro grandes ciclos antes del que nos encontramos actualmente. El primero de ellos sería Atlantis, que concluyó con la desaparición de este continente. Su conocimiento habría ido a parar a Egipto y al golfo de México. Esto explicarla lo extraño de la cultura olmeca, y el origen de sus conocimientos secretos. Hubo tres Grandes Ciclos más, correspondientes a otras grandes civilizaciones de la humanidad, que al igual que Atlantis, también desaparecieron. Ahora el último Gran Ciclo estaría a punto de concluir.

En ese momento el hombre volvió, sin darnos ninguna explicación de dónde había estado. Se sentó frente a nosotros sin decir palabra.

-¿El final de este último Gran Ciclo significará que el tiempo, como nosotros lo conocemos, acabará? -le preguntó la periodista recordando de qué estábamos hablando cuando el hombre apareció.

-Las profecías mayas hablan del fin del tiempo-respondió el hombre-. En esa fecha termina el Tzolkin, que significa literalmente la cuenta de los días. El Tzolkín termina ahí, porque ya no hay días que contar.

-Me parecen peligrosas esta clase de profecías-dijo La periodista-. Recuerde lo que les pasó a las aztecas que esperaban a Quetzalcoatl. Moctezuma entregó el trono a Hernán Cortés, pensando que era Quetzalcoatl encarnado de nuevo, porque Quetzalcoatl habla prometido volver el año 1-Caña, que mire qué casualidad, era el año 1519, cuando Hernán Cortés llegó a Veracruz.

-Los mayas eran los mantenedores del tiempo-dijo el hombre-. Sabían lo que iba a ocurrir. En el Código Dresde predijeron hace 1.200 años un eclipse total que sucedería en México el 11 de julio de 1991.

-¿Y ocurrió?-le pregunté.

-Vaya si ocurrió-respondió el hombre con seguridad-. El día se convirtió en noche. El códice Dresde predijo que este eclipse anunciarla acontecimientos que cambiarían la vida sobre la tierra, que la propia Tierra cambiarla y entonces la humanidad conectaría con la sabiduría cósmica, en forma de encuentros con los maestros venidos de las estrellas

-¿Pero esos maestros vinieron?-preguntó La periodista.

-Miles de personas vieron un extraño objeto en el cielo, y cientos de ellas lo grabaron con sus videos. Y no solo en México D.F., la mayor ciudad del mundo, sino también en Puebla, una ciudad cercana al volcán Popocatopetl. El objeto permaneció más de veinte minutos, junto al sol, durante el eclipse. No hay duda de que quería ser visto. Y recuerden, en Mesoamérica los eclipses de sol siempre han señalado el inicio de una época y el final de otra.

-¿Pero no son peligrosas estas predicciones?-insistió La periodista-. Parece que no tenemos ninguna opción ante un futuro que parece está ya escrito.

-De todos ustedes depende lo que ocurra finalmente con la humanidad el año 2012. Yo les estoy diciendo que algo va a ocurrir, y que podemos estar o no preparados para ese acontecimiento.

Nos dejó unos segundo para reflexionar, y luego añadió:

-Ustedes tienen un grave problema, a ustedes los blancos les cuesta aceptar que hay algo que no tienen bajo control. Hay un flujo de acontecimientos que ustedes no pueden dominar. Estamos todos en un río que hay quien sabe a dónde nos llevará. Es su decisión qué hacer o no hacer dentro de ese río. Oponerse a su corriente, o fluir con él, dejándose llevar.

-Todo esto resulta difícil de comprender-dijo La periodista.

-Ya comprenderán. Ya están las semillas dentro de ustedes. Estamos en el inicio del renacimiento de la civilización maya. Y todos ustedes pueden ser mayas. Ser maya no es una cuestión racial, sino espiritual. Maya es alguien armonizado con la Tierra y con el universo.

Entonces el hombre se puso en pie, y nos dijo: -Ahora vengan, les voy a enseñar otros templos de Palenkua.

Nos enseñó el templo del Jaguar, que dijo simbolizaba un saber antiguo pero ya inútil. Nos dijo que el hijo de Pakal Votán se había llamado Chan Bahlum, el jaguar-serpiente, dando origen a una época vinculada a Kukulkán, la serpiente emplumada, que significaba el fin del linaje de los Bah Baltán, los jaguares de piedra, que provenía de los olmecas.

Nos mostró también el tablero de los Guerreros, donde nos dijo que nos reuniríamos algún día para morir de pie y renacer a una nueva vida. Al pasar junto al templo de las Inscripciones, nos dijo que era el más importante de todos.

-En este templo está todo lo que los mayas guardaron antes de partir.

Mientras caminábamos entre los templos nos dijo que en el año 830 de nuestra era los mayas dejaron misteriosamente Palenkua, como ocurrió con otros grandes centros ceremoniales mayas.

La periodista le pregunto por qué:

-Ya habían cumplido su tarea, y se fueron. -¿A donde?-preguntamos La periodista y yo a la vez.

-A su lugar de origen, el lugar de donde vinieron; pero como les dije no se fueron sin dejar antes aquí su conocimiento.

-¿En dónde exactamente?-preguntó La periodista, impaciente.

-En lugares como éste-y señaló extendiendo sus brazos a todo el recinto de Palenque-, y en las piedras, en sus códices, en los árboles, en el cirio, y en otra dimensión, en una especie de grandes bibliotecas donde es posible encontrar todo el saber acumulado por este pueblo.

-¿Cómo se descifra esa información?-pregunté yo, mientras advertía las similitudes entre las explicaciones de este hombre y las de Ramón, sobre lo que podríamos llamar las bibliotecas del nagual.

La respuesta del maya detuvo mis pensamientos.

-Si una pregunta te quema y te urge encontrar la respuesta, encontrarás el medio. Puede que las plantas y los hongos te abran la puerta a esa biblioteca de saber inmenso. Los mensajes son entregados, las visiones llegan, y palabras sin sonido son escuchadas. Los verdaderos seres humanos, los seres humanos vivos y despiertos, viven plenamente y experimentan aquello que está más allá de la realidad cerrada y chata de la cultura moderna.

-¿Dónde fueron?-La periodista no quiso dejar pendiente esa duda.

-A las estrellas de la serpiente-dijo el hombre ante nuestra sorpresa.

Luego nos dijo que ese nombre aludía a su forma en el firmamento. Al escuchar esto, La periodista le preguntó si eran las Pléyades, cuyas siete estrellas se ven con esa forma en el cielo.

-El siete es el otro número sagrado de los mayas-fue la respuesta de este hombre.

Entonces comenzamos a alejarnos del centro de Palenque. La periodista y yo pensamos que el hombre pronto nos iba a dejar, porque ya nos había transmitido las profecías mayas.-

                                                                                                                                      Mundo Vision

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Juan Gaviota

Tal como lo había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó ese instante de la existencia de Juan Gaviota. Tenían razón. Él era capaz de volar más alto.

 

La criatura estudiosa que llevas adentro, el inquieto ser espiritual que encarna tu auténtica personalidad, te guía por la vida. No vuelvas la espalda a los futuros posibles antes de estar seguro de que no tienes nada que aprender de ellos.

 

Tienes que comprender que tú eres tu propio instructor. Lo que necesitas es encontrarte a ti mismo un poco más cada día.

 

(de Juan S.Gaviota)

 

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